Idea oaxaqueña introductoria

De pronto, un golpe de aire puro invade mis pulmones y es imposible platicar sin recibir varias bocanadas del aliento de la madre tierra. Los golpes en la cara por las ráfagas de viento son continuas y a veces bestiales como si la naturaleza se vengará un poco. Mis ojos son golpeados con tonos claros en verde por la maleza tan abundante, a lo lejos, tan tupida la zona está de árboles que parecería posible brincar y rebotar en suaves algodones verdes. La tierra es fértil porque es capaz de procrear árboles inmensos, café, caña y maíz.
El zigzagueo resulta abrumador para los legos citadinos que acostumbrados a viajar con un poco más de seguridad. Las curvas por su sola apariencia pueden provocar desmayos para los sensibles al observar la cantidad de cruces cristianas para sepultura y es desconcertante el letrero en la parte trasera de la camioneta “que Dios me acompañe y si no regreso, estaré con él”. Pero finalmente hemos llegado a nuestro destino, simplemente bajamos le pagamos los respectivos 7 pesos por persona al “operador” y bajamos a puente fierro, donde nos aventuramos a conocer varios lugares, personas y personajes de la sierra mazateca (otras historias).
En el pueblo se respira un aire de indiferencia y curiosidad por parte de los oaxaqueños congregados en la calle y otros lugares por los nuevos visitantes. Algunos sólo observan para distinguir el rostro y vuelven a sus actividades; otros miran asombrados y hacen comentarios en mazateco; y aquéllos observan con indiferencia –hasta odio, y exclaman palabras que no son entendibles para los que no conocemos su dialecto. Las cosas cambian cuando uno se acerca a sus negocios y se hace su amigo o va a alguna cantina o bar para beber algunas cervezas porque comienzan a perder su timidez y hasta su amigo te vuelves.
Puede resultar extraño el ambiente pero eso es tema para otros escritos.
El zigzagueo resulta abrumador para los legos citadinos que acostumbrados a viajar con un poco más de seguridad. Las curvas por su sola apariencia pueden provocar desmayos para los sensibles al observar la cantidad de cruces cristianas para sepultura y es desconcertante el letrero en la parte trasera de la camioneta “que Dios me acompañe y si no regreso, estaré con él”. Pero finalmente hemos llegado a nuestro destino, simplemente bajamos le pagamos los respectivos 7 pesos por persona al “operador” y bajamos a puente fierro, donde nos aventuramos a conocer varios lugares, personas y personajes de la sierra mazateca (otras historias).
En el pueblo se respira un aire de indiferencia y curiosidad por parte de los oaxaqueños congregados en la calle y otros lugares por los nuevos visitantes. Algunos sólo observan para distinguir el rostro y vuelven a sus actividades; otros miran asombrados y hacen comentarios en mazateco; y aquéllos observan con indiferencia –hasta odio, y exclaman palabras que no son entendibles para los que no conocemos su dialecto. Las cosas cambian cuando uno se acerca a sus negocios y se hace su amigo o va a alguna cantina o bar para beber algunas cervezas porque comienzan a perder su timidez y hasta su amigo te vuelves.
Puede resultar extraño el ambiente pero eso es tema para otros escritos.
José Angel Ramírez Hernández
26 de enero de 2009
26 de enero de 2009
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